Inicio Cronicas-galerías Vetusta Morla o cómo celebrar la vida en dos horas

Vetusta Morla o cómo celebrar la vida en dos horas [Crónica + Galería]

Esta gira está hecha para celebrar la vida y sentir que estamos vivos”. Las palabras y las promesas con las que Pucho arrancó el concierto de Vetusta Morla ayer en el Teatro Real de Madrid se cumplieron, y de qué manera.

Hacía más de un año y medio que la banda madrileña no tocaba en directo en la capital, privada por la pandemia, y por ello había más ganas que nunca en el ambiente de disfrutar de uno de los mejores directos de nuestro país. Porque Vetusta, acostumbrada ya a tocar en grandes festivales y estadios de nuestro país -ahí está ya la fecha del Wanda Metropolitano en el horizonte- suena bien en cualquier lugar. Ayer, en la ópera de Madrid, el grupo de indie rock volvió a dar un auténtico recital, llenando cada rincón del recinto de la única forma que sabe: con magia, emoción, letras poderosas, de esas que ponen la piel de gallina involuntariamente, y unas canciones convertidas ya en himnos que pusieron al público a bailar (siempre en su asiento, claro está) durante casi dos horas de concierto.

‘Golpe Maestro’, ‘Consejo de Sabios’, ‘Copenhague’, ‘Fuego’ o ‘Maldita Dulzura’ sonaron con fuerza y alegría en un show con mucha energía que también tuvo espacio para homenajes y momentos emotivos. Fue durante ‘Los abrazos prohibidos’, la canción compuesta por Vetusta para todos los sanitarios de nuestro país, cuando la noche llegó a su clímax, con una larguísima ovación del patio de butacas hacia la banda y hacia la sanidad pública que arrancó más de una lágrima a los presentes.

Aunque no fue la única de la noche… los 1300 afortunados asistentes al Teatro Real (las tres cuartas partes de su aforo) también se levantaron para aplaudir y despedir a la banda madrileña durante más de cinco minutos, después de un cierre por todo lo alto con ‘La Deriva’, ‘Cuarteles de Invierno’ y ‘Los Días Raros’, especialmente mágica y emotiva anoche. Porque es cierto que nos ha tocado vivir días extraños… pero ahí está la música en directo para reconfortarnos y hacernos ver la luz al final del túnel. Ayer, a Vetusta Morla, solo le hicieron falta dos horas para lograrlo.

1994. Madrid. Música, fotografía y conciertos, para qué más.