Inicio Cronicas-galerías Kevin Kaarl, la voz y la vulnerabilidad de una generación entera

Kevin Kaarl, la voz y la vulnerabilidad de una generación entera [Crónica]

Son muchas las veces que recónditos y perdidos pueblos tienen, en su interior y sin saberlo, estrellas. Es el caso precisamente de Meoqui, una pequeña ciudad de Chihuahua la que ha visto crecer a uno de los artistas mexicanos más trascendentes de los últimos meses, que viajaba a principios de septiembre hasta Madrid para presentar su lanzamiento más reciente “paris texas” (2022)

El debut de Kevin Kaarl en la capital española podría reducirse a dos palabras: amor y vulnerabilidad. Aspectos que, en pareja, van prácticamente de la mano, el quererse mutuamente y el ser capaz de hacernos pequeños y que la otra persona nos preste un hombro o unos brazos para serlo. En esta ocasión, fue Kaarl quien se apoyó sobre el público, pero también sucedió a la inversa el pasado 5 de septiembre en el Lula Club de Madrid. Durante más de 90 minutos de show, el chihuahuense se abría en canal para un total de 1200 personas que sienten cada canción de una forma diferente; pero quizás sea ahí donde resida la magia de sus composiciones.

Triunfar con un repertorio repleto de canciones tristes -sus palabras, no las nuestras- es tarea fácil si sabes conectar con el público idóneo. Desde jóvenes extasiados con ganas de sentir algo de nuevo o por primera vez, así como de perderlo en cuestión de segundos, hasta aquellos a los que recientemente les han roto el corazón son el target ideal para las canciones de Kevin que no se quisieron perder su cita musical para cantar, por mucho que duela, canciones como “que te vas” o “Vete”.

Pero entre ese batiburrillo de lágrimas, abrazos e introspección también hay hueco para momentos más emotivos -con pedidas de mano incluidas- y de rodear a esas personas que nos han hecho llegar hasta donde estamos y ser quienes somos. En muchos casos, con la etiqueta de “personas especiales” que significan más que amistad para muchos, y a quienes Kaarl dedica de forma indirecta cortes como “Y es que yo te quiero a ti” (que le ha valido casi de 100 millones de reproducciones), “Vámonos a Marte” (muchos aseguran que con esta empezó todo) o “San Lucas”, con la que cerraba una noche con los sentimientos a flor de piel. En definitiva, una serie de cantes respaldados por un público fiel que le ha ayudado a abrazar su vulnerabilidad.