Puede que Tom Odell no necesite presentaciones, pero sí necesita un piano. Y el pasado lunes 16 de junio, lo demostró desde el primer minuto: con un piano de cola, una iluminación tenue y una sala llena, el británico ofreció un concierto íntimo al público barcelonés. Después de dos noches siendo el telonero de Billie Eilish ante más de 15.000 personas en el Palau Sant Jordi, Tom Odell cambió el vértigo del Palau por la cercanía de la Sala Apolo.
Con puntualidad, el artista apareció y se sentó frente a su piano y abrió la noche con “Numb”, una de sus piezas más introspectivas. Sin banda, sin distracciones, solo su voz y su piano. Apenas acabó el tema, entró el resto de su banda: guitarra, batería, bajo, violín, trompeta y saxo.
Lo que siguió fue un viaje emocional por su discografía, con paradas obligadas en clásicos como “Can’t Pretend”, “Magnetised” o “Grow Old With Me”, pero también con una mirada al futuro: temas inéditos como “Prayer”, “Don’t Cry, Put Your Head On My Shoulder” o “Ugly” sirvieron de adelanto de su próximo álbum, A Wonderful Life, previsto para septiembre.
La puesta en escena era minimalista, con apenas unos juegos de luces cálidas y la silueta del artista. Pero no hizo falta más.
El público respondió con un silencio reverente durante los temas más íntimos y estalló en ovaciones tras cada interpretación. Uno de los momentos más esperados llegó, inevitablemente, con “Another Love”. Acompañado por toda la banda, la canción cerró el concierto.
Tras más de hora y media de música, Odell se despidió con un “thank you so much, Barcelona”. Era la tercera noche consecutiva que pisaba un escenario barcelonés, pero esta noche fue solo suya. Y la Sala Apolo fue testigo de ello.
