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YUNGBLUD conquista Madrid y demuestra que el rock sigue más vivo que nunca [Crónica + Galería]

El pasado 11 de octubre, YUNGBLUD presentó en la capital su último álbum de estudio, IDOLS. Haciendo sold out en el Palacio Vistalegre de Madrid, demostró que el rock no está muerto. Tras los teloneros Weathers y Palaye Royale, que lograron encender el ambiente, el recinto se preparó para recibir a Dominic Harrison y su banda.

El británico apareció en el escenario con “Hello Heaven, Hello”. Bastaron unos segundos para que el suelo temblara bajo los saltos del público. Durante la primera parte del concierto, temas como “The Funeral”, “Idols Pt. I”, “Lovesick Lullaby” o “My Only Angel” sonaron sin tregua. Y es que Yungblud es pura intensidad: corre, salta, se tira al suelo, se enreda con el micro, sube al borde del escenario y se deja caer entre el público con una confianza que roza la temeridad. Cada gesto suyo tiene un propósito: provocar, unir, liberar.

Hubo, además, espacio para la emoción más pura y genuina. Antes de tocar “Changes”, dedicó la canción a Ozzy Osbourne, recordando su influencia y pidiendo al público que cantara tan fuerte “que pueda escucharlo desde el cielo”. Yungblud, visiblemente emocionado, dejó que el público se apropiara del momento, sonriendo entre lágrimas.

El concierto continuó con temas como “Fire”, “Ghosts” y “Zombie!”. La energía era contagiosa, casi física, y el propio cantante parecía alimentarse de ella para seguir corriendo, gritando, rompiendo cualquier límite escénico. Pero la noche no terminó en el escenario. Afuera, junto a la puerta del recinto, el británico se acercó a los fans que esperaban.

Esa noche en Madrid no fue solo un concierto: fue una demostración de que el rock no necesita etiquetas para seguir vivo, que lo importante no es sonar como antes, sino hacer sentir como siempre. Y en ese terreno donde la emoción se impone a la nostalgia, Yungblud sigue siendo insuperable.